jueves, 25 de febrero de 2010

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Más de una vez le he leído al grupo de lectura el prefacio de El Retrato de Dorian Gray (de Oscar Wilde), para no atosigarlos en la reunión, pero al mismo tiempo tenerlo presente, les transcribo estas ideas que Wilde tenía sobre la estética, y sobre la vida en general, que gira alrededor de lo estético, claro.

        El artista es el dios de las cosas bellas.
        Mostrar el arte, ocultando al artista: tal es el fin del arte.
        El crítico es aquel que puede traducir en un nuevo modo o una materia
        distinta su impresión de las cosas bellas.
        La más alta, como la más baja forma de critica, es siempre una
        especie de autobiografía.
        Los que encuentran un sentido feo en cosas bellas son corrompidos
        sin ser seducidos. Esto es un defecto.
        Los que encuentran un sentido bello en las casas bellas son los
        entendimientos cultos. Para éstos todavía hay esperanza.
        Son los escogidos aquellos para quienes las cosas bellas sólo significan
        Belleza.
        No hay libros morales ni inmorales. Los libros están bien o mal escritos.
        Simplemente.
        La aversión del siglo XIX por el Realismo es la rabia de Caliban al ver
        su propia faz en un espejo.
        La aversión del siglo XIX por el Romanticismo es la rabia de Caliban al
        no ver su propia faz en un espejo.
        La vida moral del hombre forma parte de los materiales del artista;
        pero la moral del arte consiste en el uso perfecto de un medio
        imperfecto.
        Ningún artista desea demostrar nada. Hasta las verdades pueden ser
        demostradas.
        Ningún artista tiene simpatías éticas. Una simpatía ética en un artista
        es un imperdonable amaneramiento del estilo.
        Ningún artista es jamás morboso. El artista puede expresarlo todo.
        Pensamiento y palabra son para el artista instrumentos de un arte.
        Vicio y virtud son para el artista materiales de un arte.
        Desde el punto de vista de la forma, el arquetipo de todas las artes es
        el arte del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, el oficio
        del actor es el arquetipo.
        Todo arte es a la vez superficie y símbolo.
         Los que van más adentro de la superficie, lo hacen así a cuenta y
        riesgo propios.
        Los que descifran el símbolo, hácenlo así a cuenta y riesgo propios.
        Es el espectador, y no la vida, lo que realmente el arte refleja.
        Diversidad de opinión sobre una obra de arte prueba que la obra es
        nueva, compleja y vital.
        Cuando los críticos están en desacorde, el artista esta de acuerdo
        consigo mismo.
        Podemos perdonar a un hombre que haga una cosa útil, con tal de que
        no la admire. La sola excusa de hacer una cosa inútil es admirarla
        inmensamente.
        Todo arte es completamente inútil.


Durante un buen tiempo no entendía la referencia a Cáliban, creo que es un personaje de Shakespeare, resumamos su concepto en que es un ser de fealdad monstruosa.
"La sola excusa de hacer una cosa inútil es admirarla inmensamente". Me gusta ésa.

domingo, 21 de febrero de 2010

La cría de Hatch

Tengo un cuento que quisiera compartir con el grupo de lectura.
El problema es que es un cuento de 27 páginas. 27 páginas A4, interlineado sencillo, márgenes de 1 cm...
Me parece que lo mejor es poder ofecérselos por acá, para que cada uno lo pueda leer cuando pueda.
Acá les paso el link al cuento La cría de Hatch
Mención aparte se merece la página de la revista Axxón, dedicada principalmente a la literatura de ciencia ficción, la fantasía y el terror.
El cuento la Cría de Hatch es del género ciencia ficción, pero para quienes no sean amantes del género, les aseguro que el elemento científico no obstruye lo genial del argumento y, sobre todo, lo intenso del drama.
Les cito el comienzo del cuento:

Glynis Hatch no conocía a su padre.
Algo pasaba con él. Algo grande. Tal vez algo horripilante.
Su madre nunca hablaba de él. Ron, que le hacía de niñera y parecía conocer a su madre desde siempre, nunca hablaba de él. Un día, cuando Glynis sencillamente insistió en que le diera una respuesta, él le dijo:
—Pregúntale a tu madre.
Pero Glynis sabía que preguntarle a su madre era inútil.
—¡Al menos dime su nombre! —exigió.
—Pregúntale a tu madre.
—¡Cuánto mide! ¡Su color de pelo! ¿Era apuesto? ¿A qué se dedicaba? ¿De qué color eran sus ojos? ¿Está vivo?
—Cuánta curiosidad. Igual a tu madre.
Y el tono implicaba que ser igual a su madre era bueno. Nunca nadie le decía que era igual a su padre. Para bien o para mal.

Como verán, el argumento del cuento pasa por el interés de Glynis de conocer a su padre, tener algún dato sobre él.
La intensidad de este deseo de saber es lo que mueve la maquinaria del cuento, el cual me lleva a establecer relaciones con el mito de Edipo, ya que en ambas historias están la búsqueda de la verdad, y también del propio origen.
Bueno, la recomendación de lectura está hecha.
Espero que les guste el cuento.

viernes, 19 de febrero de 2010

Arranque místico.

"El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto."
Jorge Luis Borges
Hace poco le presté a una amiga El Evangelio según Van Hutten, un libro en el que, no le sorprenderá a nadie ya que aparece informado desde el título, se habla de religión.
No puedo evitar citarles una buena parte
Toda historia, creíble o no, necesita un comienzo. No es así en la vida real, donde nada empieza ni termina nunca, simplemente sucede, donde las causas y los efectos se encadenan de tal modo que para explicar debidamente el encuentro casual de dos desconocidos, un sueño o una guerra entre naciones, uno debería seguir su rastro hasta el origen del mundo, pero es así en los libros, o al menos estamos acostumbrados a que sea así. Un hombre sale de su casa, sube al primer taxi que encuentra, llega a una estación de trenes: al hacerla no siente que comience nada, cientos de personas han hecho lo mismo y están ahora en este mismo lugar. Sabe además que este vagón nocturno sólo es la continuación de una serie de actos, deseos o proyectos que se pierden en algún punto del pasado y se extienden ante él como un paisaje de niebla. Ignora con quién se encontrará, ni siquiera espera encontrarse con alguien. Sin embargo, cuando leemos las palabras que describen esos mismos hechos en lo alto de una página cuando tomó el tren esa noche, no podía saber que se encontraría con Van Huttensentimos que en ese momento empieza una historia.
Mi gusto por la lectura es tan variado que no puedo llamarlo gusto literario.
Leo muchos y muy variados cómics, me copo con blogs, notas de revistas, prospectos de medicamentos, manuales de instrucciones y alguna cosa más que en este momento no se me ocurre, pero que ya incluiré.
Creo que mi hedonismo me lleva a buscar un mínimo estímulo cerebral en donde sea, y por eso se dio que lo que en algún momento pude haber denominado Eudemonismo se transformó en una rabiosa ludopatía.
Pero, más allá de mis lecturas de la Cosmo y de Facebook, creo encontrar una preferencia por los libros que tratan de la naturaleza interior. No, así suena muy amplio, y otra vez englobaría a la Cosmo y Fbk.
Tampoco puedo decir que lo que más me copa es lo de la religión, porque no es lo primordial para mí el elemento histórico.
Creo que, de alguna manera, el componente que más me importa encontrar es el místico, así como puse en el título.
Ahí sale de la ecuación los Patoruzito y los Isidoro, pero aún quedan los Patoruzú (tengo en un lugar predilecto de mi memoria el duelo de payadas que hace el Diablo contra Patoruzú, por su alma, que valía más que un millón de las de otros mortales).
Uno de mis temas favoritos de Charly García es "30 denarios", y de Queen me parece sublime "The Prophet song" (esta última recomiendo escucharla con auriculares, el efecto es totalmente alucinante)
Una cosa más que descubrí es mi preferencia por el género épico/fantástico por sobre la ciencia ficción. Y creo haber descubierto el motivo. En lo que sería una típica novela fantástica lo que importa es lo que hacen los personajes, sea vencer al dragón, o hacer magia, o descubrir que son un hombre lobo. Mientras que en la ciencia ficción stándar tienen mayor protagonismo el planeta con tres lunas, o el aparato para viajar a mayor velocidad que la luz, y esas cosas. No sé si me explico.
Bueno, entonces, más allá de mi ludopatía, necesito leer para establecer contacto con algo superior a mí. Si existe la literatura, que es mi manera de acercarme al Arte, es que tengo alma, y hasta existe la posibilidad de que haya un dios en este universo a trasmano.
Cuando leo me abandono en la historia, y cuando además de haber un drama (Electra de Eurípides es la mejor versión de todas), o además de haber una situación de suspenso, me encuentro con una novela que me vincula con el infinito (sea exterior o interior) establezco esa comunión con el cosmos que me hace pensar que aún tiene esperanzas mi existencia.
Dedicado a Iván Giordana, por su cumpleaños.