"El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto."
Jorge Luis Borges
Hace poco le presté a una amiga El Evangelio según Van Hutten, un libro en el que, no le sorprenderá a nadie ya que aparece informado desde el título, se habla de religión.No puedo evitar citarles una buena parte
Mi gusto por la lectura es tan variado que no puedo llamarlo gusto literario.Toda historia, creíble o no, necesita un comienzo. No es así en la vida real, donde nada empieza ni termina nunca, simplemente sucede, donde las causas y los efectos se encadenan de tal modo que para explicar debidamente el encuentro casual de dos desconocidos, un sueño o una guerra entre naciones, uno debería seguir su rastro hasta el origen del mundo, pero es así en los libros, o al menos estamos acostumbrados a que sea así. Un hombre sale de su casa, sube al primer taxi que encuentra, llega a una estación de trenes: al hacerla no siente que comience nada, cientos de personas han hecho lo mismo y están ahora en este mismo lugar. Sabe además que este vagón nocturno sólo es la continuación de una serie de actos, deseos o proyectos que se pierden en algún punto del pasado y se extienden ante él como un paisaje de niebla. Ignora con quién se encontrará, ni siquiera espera encontrarse con alguien. Sin embargo, cuando leemos las palabras que describen esos mismos hechos en lo alto de una página —cuando tomó el tren esa noche, no podía saber que se encontraría con Van Hutten— sentimos que en ese momento empieza una historia.
Leo muchos y muy variados cómics, me copo con blogs, notas de revistas, prospectos de medicamentos, manuales de instrucciones y alguna cosa más que en este momento no se me ocurre, pero que ya incluiré.
Creo que mi hedonismo me lleva a buscar un mínimo estímulo cerebral en donde sea, y por eso se dio que lo que en algún momento pude haber denominado Eudemonismo se transformó en una rabiosa ludopatía.
Pero, más allá de mis lecturas de la Cosmo y de Facebook, creo encontrar una preferencia por los libros que tratan de la naturaleza interior. No, así suena muy amplio, y otra vez englobaría a la Cosmo y Fbk.
Tampoco puedo decir que lo que más me copa es lo de la religión, porque no es lo primordial para mí el elemento histórico.
Creo que, de alguna manera, el componente que más me importa encontrar es el místico, así como puse en el título.
Ahí sale de la ecuación los Patoruzito y los Isidoro, pero aún quedan los Patoruzú (tengo en un lugar predilecto de mi memoria el duelo de payadas que hace el Diablo contra Patoruzú, por su alma, que valía más que un millón de las de otros mortales).
Uno de mis temas favoritos de Charly García es "30 denarios", y de Queen me parece sublime "The Prophet song" (esta última recomiendo escucharla con auriculares, el efecto es totalmente alucinante)
Una cosa más que descubrí es mi preferencia por el género épico/fantástico por sobre la ciencia ficción. Y creo haber descubierto el motivo. En lo que sería una típica novela fantástica lo que importa es lo que hacen los personajes, sea vencer al dragón, o hacer magia, o descubrir que son un hombre lobo. Mientras que en la ciencia ficción stándar tienen mayor protagonismo el planeta con tres lunas, o el aparato para viajar a mayor velocidad que la luz, y esas cosas. No sé si me explico.
Bueno, entonces, más allá de mi ludopatía, necesito leer para establecer contacto con algo superior a mí. Si existe la literatura, que es mi manera de acercarme al Arte, es que tengo alma, y hasta existe la posibilidad de que haya un dios en este universo a trasmano.
Cuando leo me abandono en la historia, y cuando además de haber un drama (Electra de Eurípides es la mejor versión de todas), o además de haber una situación de suspenso, me encuentro con una novela que me vincula con el infinito (sea exterior o interior) establezco esa comunión con el cosmos que me hace pensar que aún tiene esperanzas mi existencia.
Dedicado a Iván Giordana, por su cumpleaños.